La inflación regresó y alcanzó máximos históricos en 2022.
Por regla general, en un contexto de crisis económica, los precios tienden a bajar y las familias consumen menos, provocando así una disminución de la demanda y reducciones de precios. En el escenario contrario, con la economía en expansión, los precios aumentan y las familias tienden a consumir más, aumentando la demanda de bienes y servicios y, en consecuencia, su precio.
Sin embargo, existen otros factores a tener en cuenta a la hora de determinar la inflación actual, como el aumento de los costes de producción como consecuencia de los costes de materiales. Esos costos adicionales terminan como precios más altos para los consumidores. Este es el tipo de consecuencia de todo lo que está sucediendo debido a la guerra en Ucrania y el aumento general de los precios de los cereales, el petróleo y el gas.
Otro factor a tener en cuenta es la fuerte demanda de los consumidores. Esto es precisamente lo que sucedió durante el confinamiento, con los precios de los bienes esenciales sufriendo un aumento. Además de aumentar la presión sobre la demanda, la pandemia también ha complicado las cadenas productivas, provocando que la inflación aumente tanto por la demanda como por la oferta.
Con el final de la pandemia y la continuación de la guerra en Ucrania, las previsiones de inflación en 2022 son inequívocas: la subida seguirá. Esta tendencia es preocupante para los consumidores y las empresas, ya que tiene un impacto significativo en la vida diaria de las personas.
Como defendía Platón, “the most important thing is not life, but the good life.”