En todo el mundo, la creciente problemática del cambio climático ha impactado a las personas, las empresas y las empresas en general.
Como es sabido, las olas de calor tienen consecuencias negativas para la salud y las fuertes lluvias a menudo conducen a inundaciones y aluviones. La pandemia del Covid-19 nos ha demostrado que, como seres humanos, todos estamos conectados y esta «nueva» realidad (que lleva tiempo sucediendo, por lo que ya no es tan nueva así), bien puede compararse con los retos de la emergencia climática a la que también nos enfrentamos. Ambas requieren una respuesta global, un pensamiento a largo plazo y que las empresas hagan su parte.
Cada vez más, las empresas reconocen que sus acciones, valores y la capacidad de generar dividendos están cada vez más interconectados. A los ojos de las partes interesadas y las crecientes expectativas de los jóvenes, los futuros clientes, empleados y socios, si no estamos sirviendo a los intereses del planeta, entonces tampoco estamos sirviendo a sus intereses. Para las empresas, se trata de integrar las preocupaciones sobre el cambio climático no solo en sus operaciones, sino también en sus políticas de gestión de riesgos, y vale la pena señalar que, por lo tanto, enfrentarán grandes dificultades para acceder a la inversión y la financiación, o un aumento de la carga fiscal.